En la actualidad existen entre 250.000 y 300.000 niños soldados que
luchan en algunos países del mundo. Desde los 10 años se les recluta y se les
emplea como máquinas de guerra llegando al punto de ejecutar a sus padres,
amigos o familiares. Las reclusiones las pueden realizar los ejércitos, los
grupos armados o simplemente para que los niños participen en conflictos
bélicos.
Según los principios de Ciudad del Cabo de 1997, un niño soldado es toda
persona menor de 18 años de edad que forma parte de cualquier fuerza armada
regular o irregular. Esta definición incluye a las niñas reclutadas con fines
sexuales y matrimonios forzados. A pesar de que la Convención Internacional sobre los derechos del niño establece la mayoría de edad en los 18 años, en
algunos lugares los niños son considerados adultos a partir de los 14 o 15
años. Por tanto, un joven de 15 años que se une a un grupo armado se considera
como un soldado adulto de acuerdo a la cultura. Además, la Ley Internacional en
vigor establece los 15 años como edad mínima para el reclutamiento y la
participación en conflicto. Sin embargo, a pesar de que esta ley existe no se
lleva a cabo ya que niños más pequeños realizan estas prácticas.
Los niños soldado, no son solo miembros de un grupo armado sino que
también efectúan funciones como cocineros, espías, esclavos sexuales,
detectores de minas, etc.
Ser una niña soldado supone sufrir situaciones más duras en las que se
dan pérdidas de identidad como mujer. No se les permite ser mujeres: deben
cambiar su forma de hablar, de vestir, de moverse e incluso la manera de estar
de pie. Además son menospreciadas y humilladas por las constantes violaciones.
Muchas niñas de apenas 13 años se convierten en madres y se ven obligadas a
cometer verdaderas atrocidades solo para demostrar que no son cobardes. Todo
esto les lleva a una pérdida completa de la autoestima. Son invisibles entre
los invisibles.
Algunos de los conflictos que recientemente han involucrado a la
infancia entre otros son: Liberia, Sierra Leona, Uganda, Angola, Afganistán y
el Salvador.
La razón por la que estos niños
son reclutados es porque se les considera más dóciles, obedientes y
manipulables que los adultos. Además, su percepción del peligro es menor.
Estos factores combinados con la pobreza, la vulnerabilidad y la falta
de acceso a la educación hacen de los niños un blanco fácil para el
reclutamiento de grupos armados.
Los niños huérfanos o con ambientes familiares complicados lo ven como
una solución a sus problemas antes que hacer frente a sus dificultades. Los
grupos armados los reclutan ya que las inversiones para los entrenamientos y
preparación son más baratos que para los adultos. Esta práctica aumenta en
contextos de guerras y conflictos bélicos duraderos. De este modo los niños
pueden reemplazar a los adultos que mueren en combate.
Los reclutamientos son principalmente voluntarios debido a las razones
anteriormente explicadas. Sin embargo, también existen reclutamientos forzados
en los que los niños son secuestrados y torturados, sobre todo cuando estos
provienen de escuelas, orfanatos, campamentos de refugiados, etc.
Se evalúa a los niños según sus condiciones físicas y estatura. Para
forzarlos no dudan en violarlos, golpearlos, torturarlos e incluso matar a los
miembros de su familia. Esto cuando no se les exige que lo hagan ellos mismos.
A pesar de que esta práctica normalmente da una visión de los niños como
víctimas, son muchos de ellos los que eligen convertirse en soldados y tener
una participación activa en los conflictos. Este tabú es importante de cara a
solucionar el problema ya que se tiende a otorgarles inmunidad sin responder a
la complejidad de la cuestión ni a la voluntad de los niños.
El reclutamiento de niños se entiende como una violación a los derechos
de la infancia. Poner fin a esta práctica es un proceso complejo que requiere
trabajo en distintas áreas con diferentes perspectivas.
UNICEF ha llevado a cabo procesos de desmovilización y reintegración
social de manera que tanto los niños como las comunidades no solo hagan que los
niños dejen las armas sino que olviden que las llevaron. Estos programas
incluyen la reunificación familiar, la educación sobre el VIH, el asesoramiento
y la formación y educación profesional. Además es necesario aplicar medidas de respaldo
psicosocial como el asesoramiento o el apoyo entre compañeros de la comunidad
que da lugar a crear un entorno protector para la infancia.
Los gobiernos e instituciones han de denunciar las vulneraciones de las
leyes. Para ello es importante promover la ratificación del Protocolo Facultativo sobre la participación de niños y niñas en conflictos armados, reformar las
leyes nacionales y efectuar campañas de concienciación a nivel internacional.
Con esto,
esperamos haber mostrado la realidad de muchos niños del mundo, realidad que no
debería sufrir ninguno. Además,
no podemos olvidar que estamos hablando de la infancia, uno de los sectores más
desprotegidos.
Para
conocer más sobre esta situación, recomendamos la película Rebelde y, por otra parte, un fragmento del
documental Invisibles que trata de dar voz a los niños para que puedan mostrar
su situación al mundo.
Bibliografía
Humanium.
(s.f.). Humaniun. Recuperado el 4 de marzo de 2015, de
http://www.humanium.org/es/ninos-soldado/
UNICEF. (s.f.). UNICEF.
Recuperado el 4 de marzo de 2015, de
https://www.unicef.es/ninos-soldado-sudan?gclid=CjwKEAjwz_-nBRC0zbDb_YOT1TgSJACW2VEC1xNtAxaPnDk3K758uJJZimGFmrSVY73MFaztQTpYkxoCCVrw_wcB
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